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Son Marroig

El Archiduque Luis Salvador fue un erudito, un excéntrico, un amante del arte y, sobre todo, un hombre entregado a las Islas Baleares, y a Mallorca particularmente, a lo largo de su vida. Ludwig Salvator vivió en su finca Son Marroig a lo largo de cuarenta y uno años. Cuando haya visitado este sitio con sus mágicas vistas al mar, comprenderá por qué es uno de los lugares más bellos de la isla.

Ubicación y como acceder a Son Marroig

La finca Son Marroig está a cuarenta minutos en vehículo de Palma. Se toma la Ma-mil ciento diez hacia Valldemossa y después la Ma-diez a lo largo de 7 quilómetros. La finca está señalada y existen muchas plazas de parking.

Precios y horarios de apertura de Son Marroig

Son Marroig está abierto al público de lunes a sábado. Horario de apertura: de novecientos treinta a catorce y de quince a diecisiete y treinta. La entrada cuesta unos sorprendentes y razonables 4 euros. A cambio, no solo se puede echar una ojeada a la casa solariega y al jardín, sino asimismo se puede efectuar la senda de senderismo privada hasta el afloramiento rocoso \”Sa Foradada\”.

El archiduque y su relación con Son Marroig

Entre los Habsburgo se le conocía como \”el gordito Luigi\”: un joven con tendencia al sobrepeso, bueno y soñador. Por consejo médico, hace un viaje al Mediterráneo y se enamora absolutamente de Mallorca. Y como Ludwig, con una asignación anual de cien coronas, no es un pobre descuidado, el joven de veinticinco años comienza a adquirir propiedades en su isla preferida en mil ochocientos setenta y dos. A inicios del siglo veinte, va a ser dueño de un tramo de costa de dieciseis quilómetros en la costa nordoeste. 

Las vistas de Son Marroig

Al entrar en la finca de Son Marroig, se puede gozar de la que quizás sea la vista panorámica más conocida de toda Mallorca. Luis Salvador mandó edificar un pequeño templo de mármol de Carrara en un afloramiento rocoso. La vista sobre el azul cristalino del Mediterráneo es como algo de otro planeta. La vista desde la logia de la casa solariega, una testera panorámica de estilo renacentista, leal a los orígenes florentinos de Luis, es del mismo modo increíble. Cuando su mirada se desplaza desde allá cara el azul, solo queda una conclusión: Ludwig Salvator debió ser un hombre muy feliz.

El legado de una leyenda

Entre los mallorquines, el Archiduque es legendario: sus amores, su simpatía por el arte y la gente, su aspecto inusual son fuente de numerosas anécdotas. Ludwig fue un explorador de las Islas Baleares y tal vez el primer conservacionista. Puede hacerse una idea del alcance de sus intereses y talentos en Son Marroig. Acá, las vitrinas muestran los más de cincuenta libros que escribió el Archiduque. Se puede visitar su modesto dormitorio con su preciosa cama con dosel tallada en encina y admirar sus instrumentos náuticos, mapas, fotografías y documentos. No se trataba de un monarca, sino más bien de un esteta, artista y bon vivant: Diógenes de estirpe principesco, como le llamaban. Para acabar su visita, le aconsejamos una excursión a la conocida roca de “Sa Foradada” cerca de Son Marroig.